martes, 20 de diciembre de 2016

El cielo en la Tierra

– Elige la música que yo preparo la cena.
– ¿Lo que quiera?
– Lo que quieras.

La aguja rascaba ese vinilo de Supertramp que compraste en un sitio de segunda mano tirado de precio. Otra ganga más, como la nevera, como el microondas, como el horno...
Con la destreza que no me caracteriza abro la botella sin herirme. Ya sabes que una pupa en mi mano es algo habitual. Brindamos. Otro beso. Otro abrazo. Que todavía nos saben a poco.

En la cocina nos movemos hábiles como nuestras bocas cuando se encuentran. Con ese silencio en el que baila la música, no dejamos de hablar sin pronunciar palabra.

– ¿Mesa pequeña?
– Donde quieras

Vino tinto y pamboli en un sofá con nuestro nombre. Confundidos, ninguno sabe de dónde ha salido el otro, pero sí sabemos que hemos tenido que dejar de buscarnos para encontrarnos. Tantos conciertos en los que me quisiste llamar, tantos viajes a los que te quise invitar... escuchando el mismo disco a kilómetros de distancia, llorando desamores y disfrutando nuestra soledad.

Es la última tarde del año que la isla nos ve haciendo el amor sobre tu cama, con las ventanas al patio abiertas de par en par.

El cielo en la Tierra son tus ojos azules sobre mi piel tostada.

– No pasa nada si cojo el vuelo de las 6
– ¿Lo puedes cambiar?

Nos invade a alegría. No porque sea la última noche, sino porque es la primera de muchas, es la primera de todas.

Y por primera vez en 29 años sé que sentir el cielo en la Tierra son tus brazos abrazándome en la cama como si hubieras atrapado una nube.


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