lunes, 27 de octubre de 2014

El despertar en la pecera

Amanece en mi interior 
y siento que ya no existe el arcaico orden impuesto por lo que creía que era el tiempo. 
Que el tiempo es, ahora, esa sensación indisoluble de tu boca robando mis palabras y mis ojos anhelando. 
Que el tiempo es el vaivén de las olas en mis oídos agitando los peces que viajan entre nuestras bocas en contraste con el mundo petrificado y aparentemente impasible que nos rodea. 
Y esos besos son como la seda bajo la que duermo en la inmensidad de tu cama bajo el amparo de tu ojos que se abren mirándome por dentro. 

Y sólo entonces me despierto, cuando las cosquillas que tus pestañas hacen al revolotear en mi interior avivan mi curiosidad, que llama a mis ojos de nuevo y 
sin sorprenderme 
te miro y me veo...


"Aquí había sido primero como una sangría, un vapuleo de uso interno, una necesidad de sentir el estúpido pasaporte de tapas azules en el bolsillo del saco, la llave del hotel bien segura en el clavo del tablero. El miedo, la ignorancia, el deslumbramiento: Esto se llama así eso se pide así, ahora esa mujer va a sonreír, más allá de esa calle empieza el Jardín des Plantes. París, una tarjeta postal con un dibujo de Klee al lado de un espejo sucio. La Maga había aparecido una tarde en la rue du Cherche-Midi, cuando subía a mi pieza de la rue de la Tombe Issoire traía siempre una flor, una tarjeta Klee o Miró, y si no tenía dinero elegía una hoja de plátano en el parque. Por ese entonces yo juntaba alambres y cajones vacíos en las calles de la madrugada y fabricaba móviles, perfiles que giraban sobre las chimeneas, máquinas inútiles que la Maga me ayudaba a pintar. No estábamos enamorados, hacíamos el amor con un virtuosismo desapegado y crítico, pero después caíamos en silencios terribles y la espuma de los vasos de cerveza se iba poniendo como estopa, se entibiaba y contraía mientras nos mirábamos y sentíamos que eso era el tiempo. La Maga acababa por levantarse y daba inútiles vueltas por la pieza. Más de una vez la vi admirar su cuerpo en el espejo, tomarse los senos con las manos como las estatuillas sirias y pasarse los ojos por la piel en una lenta caricia. Nunca pude resistir el deseo de llamarla a mi lado, sentirla caer poco a poco sobre mí, desdoblarse otra vez después de haber estado por un momento tan sola y tan enamorada frente a la eternidad de su cuerpo. "

domingo, 26 de octubre de 2014

Komorebi

Cada cierto tiempo le pasaba. El cansancio era supino. Ponía todo su empeño en correr, en huir de aquel ente ficticio que sentía que le perseguía, pero sus piernas a penas respondían, y cada paso era un suplicio. Ahora se repite, ni quiere ni puede parar su cuerpo que lucha por moverse.

La agonía termina al toparse con la escalera. Esa de peldaños irregulares, más sencilla de escalar de lo que a priori esperaría. La sube con su habitual cautela llegando hasta un hueco por el que no cabría pero que, desafiando las leyes de la geometría, termina pasando.

Por fin llega a aquella playa donde tantos veranos pasó en su juventud, notándola cambiada. Ahora hay un camino de piedras que lleva hasta la orilla, y en las rocas que flanquean la cala hay pequeñas fotografías de su anterior pareja con otra persona... fotos que observa desde la curiosidad mientras camina sobre las piedras hacia el mar.

Un colchón flota sobre el agua, y sobre éste ahora descansa. Sábanas blancas se pliegan irregularmente entre sus piernas y vibran con la brisa marina que hace bailar ese agua turquesa bajo el colchón. Con la mano izquierda acaricia el agua y saborea unas gotas con su lengua rosada. Repite el gesto pero esta vez deja caer las gotas sobre su frente, cerrando lo ojos observa el cielo que le recuerda a la superficie de esa copa de vino tinto ...


miércoles, 22 de octubre de 2014

Himawari

Sonrisas trepadoras

me veo en tus ojos,

estrechas las aceras

vuelve el verano

Kundera


“El amor que hay entre ellos es de una arquitectura extrañamente asimétrica: descansa sobre la seguridad absoluta de su fidelidad como un palacio mastodóntico sobre una sola columna.”

“La vida humana acontece sólo una vez y por eso nunca podremos averiguar cuáles de nuestras decisiones fueron correctas y cuáles fueron incorrectas. En la situación dada sólo hemos podido decidir una vez y no nos ha sido dada una segunda, una tercera, una cuarta vida para comparar las distintas decisiones.”


Releyendo viejos apuntes...