castañuelas bajo las sábanas,
sangrando a borbotones entre puntos sin sutura.
Sólo clama el llanto, el grito, la exasperación y el abandono.
Y sólo, cuando me haya vaciado por completo,
cuando la explosión me haya deshecho en mil pedazos,
y ya no quede sangre ni lágrimas,
no quede frío en mi cuerpo,
ni voz, ni dolor, ni ira.
Sólo cuando me haya vaciado por completo.
Descansaré, descansaremos.
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