Una vez más, soñé contigo. No había coches, ni pianos, sólo una laberíntica vivienda. Suelo de terracota y paredes de cal. Cortinas blancas y olor a jazmín bailando elegante por la casa.
Estábamos de vacaciones y sabíamos que compartíamos tiempo pero no lugar. Miradas furtivas decoradas con sonrisas surcaban el aire pese a no haber nadie entre nosotros.
Bajo a la bodega, mobiliario de madera, patio de cristal, escaleras a tu alcoba.
Y como un eco, tus palabras:
"Durmiendo me encontrarás"