y ahora sus palabras caen en vano,
acariciando dulcemente mis oídos,
sin calar mi corazón inerte.
Deshidrataste mis sueños
anulando mi porvenir,
marchitándome irreversiblemente...
Y hoy... una bocanada de aire fresco
oxigena mi tallo marchito.
Una foto y una muñeca
me arrancan una lágrima,
mientras un incierto amanecer
parte mi rostro en dos
algo se desdibuja en el horizonte,
cierro los ojos
no quiero ver de nuevo
aquello que ayer,
No hay comentarios:
Publicar un comentario