sábado, 5 de junio de 2010

Inflorescencias estelares

Ídose el sol llegó la luna
y con ella las estrellas

hoy me paré a pensar
en la esencia de las estrellas;
las percibimos pequeñas pero desconocemos su tamaño

Cúmulos de materia en estado de plasma en continuo proceso de colapso
la interacción de fuerzas equilibran el proceso en un estado hidrostático.

una maravilla en sí misma
en su sencillez reina su belleza

un simple equilibrio de fuerzas mantiene la estrella viva
compacta, unida...
al menor desequilibrio llega el caos y con éste la muerte de la estrella

su materia cambiará de estado y pasará a dispersarse sin rumbo por el espacio
esperando a ser absorbida por algún hambriento aspirador de energía

es tan fácil corromper a una estrella
que muchas veces mueren por accidente
ése es el problema que tener una,
requiere unos cuidados inalcanzables
por eso se alejan tanto de nuestro mundo
para no morir en nuestro intento por amarlas

© Audrey Kawasaki 2004 - 2010

Nuk

5 comentarios:

  1. Entre la Maga y yo crece un cañaveral de palabras, apenas nos separan unas horas y ya mi pena se llama pena, mi amor se llama AMOR ...
    Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo, si no el idioma de los sentimientos.

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  2. todos somos estrellas, todos corremos el mismo peligro. Los sentimientos sólo se entienden en el recuerdo porque cuando nacen no son más que inflorescencias...

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  3. oye, yo no sabía esta faceta tuya de poetisa, que sorpresa NukiNuk de NikiNix ;)

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  4. "es imposible amar a los demás si no nos amamos a nosotros mismos primero"

    Si NikiNix, un poco poetisa si que soy, pero porque ni la oración ni la conversación fuero nunca mi fuerte...

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  5. Algunas de esas estrellas, quizás uno o quizás dos o tres momentos en nuestras efímeras vidas, no más, se acercan tanto a nosotros que casi pueden llegar a rozarse, si uno lanza sus brazos al aire, mira al cielo y estira cada uno de sus huesos para lograrlo.

    Se saben que son ellas porque su paso por nuestro mundo es conocido, su luz, su calor y su energía iluminan nuestro camino, y si nos atraen con la suficiente fuerza ni las quemaduras, que producen en nuestras manos al acercarse, importan.

    Cuando estas estrellas siguen su rumbo, si no pueden ser retenidas, si desean brillar independientes, tan solo queda de ellas una pálida estela de hielo, única y fugaz como ellas. Y aunque el tiempo las borre o el paso de otras estrellas marque otros rumbos, siempre que miremos al cielo en el lugar adecuado, recordaremos su paso y que estuvieron allí, en lo alto, una vez...

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